Manifiesto Humanista 2000
Un llamamiento a favor de un nuevo
humanismo planetario
I. Preámbulo
El humanismo es una perspectiva ética,
científica y filosófica que ha cambiado el mundo. Su patrimonio comenzó a
fraguarse con los filósofos y poetas de las antiguas Grecia y Roma, en la China
de Confucio y con el movimiento Carvaka de la India clásica. Artistas,
escritores, científicos y pensadores humanistas han dado forma a la edad
moderna desde hace medio milenio. En realidad, el humanismo y el modernismo
aparecen como sinónimos con mucha frecuencia, porque las ideas y valores
humanistas expresan precisamente la renovada confianza en el poder de los seres
humanos para resolver sus propios problemas y conquistar fronteras
inexploradas.
El humanismo moderno eclosionó durante
el Renacimiento. Contribuyó al desarrollo de la ciencia moderna. Durante la
Ilustración hizo germinar nuevos ideales de justicia social e inspiró las
revoluciones democráticas de nuestro tiempo. El humanismo ha colaborado en la
construcción de una nueva perspectiva ética, que subraya los valores de la
libertad y la felicidad, así como las virtudes de los derechos humanos
universales.
Los firmantes de este manifiesto
creemos que el humanismo tiene mucho que ofrecer a la humanidad de cara a
afrontar los problemas del siglo XXI e incluso los del nuevo milenio. Muchas de
las viejas tradiciones e ideas a las que la humanidad se ha adherido han dejado
de ser relevantes ante las realidades actuales y las oportunidades futuras.
Necesitamos renovar el pensamiento, si queremos hacer frente a la sociedad
global que está emergiendo ahora, y renovar el pensamiento es precisamente el
sello distintivo del humanismo. Por eso presentamos el Tercer Manifiesto
Humanista, como un llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario.
Las siguientes recomendaciones se
ofrecen con modestia, pero también con la convicción de que pueden contribuir a
un diálogo entre los diferentes puntos de vista culturales, políticos,
económicos y religiosos del mundo. Aunque quienes suscribimos este documento
partimos de principios y valores comunes, estamos dispuestos a modificar
nuestras visiones a la luz de los nuevos conocimientos, circunstancias
cambiantes y problemas imprevistos que vayan surgiendo. No es posible redactar
un Manifiesto Permanente, pero es útil y juicioso producir un documento de
trabajo abierto a revisión..
Prólogo al presente Manifiesto
Cuatro grandes Manifiestos y
Declaraciones humanistas han sido emitidos a lo largo del siglo XX: El
Manifiesto Humanista I, El Manifiesto Humanistas II, La Declaración Humanista
Secular y la Declaración de Interdependencia.
El Manifiesto Humanista I apareció en 1933 al socaire de la depresión mundial. Avalado por 34
humanistas americanos (entre ellos el filósofo John Dewey), reflexionaba sobre
los retos de aquella época, recomendando en primer lugar una forma de humanismo
religioso no teísta como alternativa a las religiones de la época, y, en
segundo lugar, una planificación nacional de índole económica y social.
El Manifiesto Humanista II fue publicado en 1973 para afrontar las cuestiones que había emergido
en la escena mundial desde entonces: el auge del fascismo y su derrota en la
Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de la influencia y poder del
Marxismo-Leninismo y del Maoismo, La Guerra Fría, la recuperación económica
postbélica de Europa y América, la descolonización de amplias áreas del mundo,
la creación de las Naciones Unidas, la revolución sexual, el desarrollo de los
movimientos de mujeres, la demanda de las minorías de la igualdad de derechos,
y la emergencia del poder estudiantil en los campus.
Este manifiesto estimuló un amplísimo
debate. Fue suscrito por muchos líderes del pensamiento y de la acción a lo
largo y ancho del mundo: Andrei Sakharov (notorio disidente soviético), Julian
Huxley (primer Presidente de la UNESCO), Sidney Hook, Betty Friedan, Gunnar
Myrdal, Jacques Monod, Francis Crick, Margaret Knigth, James Farmer, Allan
Guttmacher, Ritchie Calder y A Philip Randolph, entre otros. Defendía los
derechos humanos a nivel universal, alegando a favor del derecho a viajar más
allá de las fronteras nacionales en una época, en la que la gente que vivía
tras el telón de acero tenía prohibido hacerlo. Muchos marxistas humanistas del
Este de Europa atacaron el estatalismo totalitario y saludaron esta defensa de
la democracia y de los derechos humanos.
El Manifiesto Humanista II ya no continuó defendiendo la economía planificada, sino que dejó
abierta la cuestión sobre los sistemas económicos alternativos. En
consecuencia, fue suscrito por ambos, tanto liberales y liberalistas
económicos, que defendían el libre mercado, como también por social demócratas
y socialistas democráticos, que creían que el gobierno tenía un papel esencial
que jugar en una sociedad de bienestar. Propugnaba democratizar los sistemas
económicos y ponerlos aprueba para ver si incrementaban o no el bienestar
económico de todos los individuos y grupos.
El Manifiesto Humanista II fue escrito cuando nos sobrevino una nueva revolución moral: defendía
el derecho al control de la natalidad, al aborto. al divorcio, a la libertad
sexual entre adultos que lo consintieran, y a la eutanasia. Pretendía proteger
los derechos de la minorías, las mujeres, los ancianos, los niños maltratados y
las personas con desventajas. Abogaba por la tolerancia de estilos de vida
alternativos y la negociación de las diferencias por procedimientos pacíficos,
y finalmente deploraba los antagonismos raciales, religiosos y de clase social.
hacia un llamamiento para acabar con el terror y el odio. Fue escrito en la
onda del Vaticano II, que había intentado liberalizar el Catolicismo Romano. El
Manifiesto Humanista II permitió cohabitar a ambos, al humanismo
naturalista con el humanismo religioso liberal. El manifiesto era humanista
respecto al panorama que se abría ante la humanidad. Indicaba, además, los
positivos beneficios de la ciencia y la tecnología para le bienestar humano y
predecía que el siglo XXI llegaría a ser la centuria del humanismo.
La Declaración del Humanismo Secular fue publicado en 1980, porque el humanismo y, en particular El
Manifiesto Humanista II, había sido sometido a duros ataques por parte de
los fundamentalismos religiosos y de las fuerzas políticas del ala derecha en
Estados Unidos. Muchas de esas críticas sostenían que el Humanismo Secular era
una religión. En consecuencia la enseñanza del humanismo secular en las
escuelas, arguían, violaba el principio de separación entre Iglesia y Estado y
establecía una nueva religión. La Declaración respondía que el humanismo
secular expresaba un conjunto de valores morales y un punto de vista filosófico
y científico no teísta que no podían hacerse equivalentes con la fe religiosa.
La enseñanza del punto de vista del humanismo secular en modo alguno violaba el
principio de separación. Al contrario, defendía la idea democrática de que el
estado secular debería ser neutral, sin ponerse ni a favor ni en contra de la
religión.
En 1988, la Academia Internacional de
Humanismo ofreció todavía un cuarto documento, una Declaración de
Interdependencia, haciendo un llamamiento a favor de una nueva ética global
y de la construcción de una comunidad mundial, que era cada vez más necesaria a
la vista de las nuevas instituciones globales que se estaban desarrollando con
rapidez.
¿Por qué un humanismo planetario?
Aún cuando la mayor parte de las
provisiones de estos últimos Manifiestos y Declaraciones son todavía viables,
es evidente que como el mundo entra en un nuevo milenio se hace necesario un
nuevo Manifiesto. Y aunque se han realizado muchos progresos desde los primeros
manifiestos, ha emergido nuevas circunstancias que nos desafían: el comunismo
totalitario ha colapsado en la Unión Soviética y en La Europa del Este y los
dos bloques de poder de la Guerra Fría se han disipado rn una gran proporción.
Nuevas zonas del planeta han intentado llegar a ser más democráticas, aunque
muchos países carecen todavía de instituciones democráticas eficaces. Sin
embargo, la economía del planeta ha llegado a estra incluso más globalizada.
Los conglomerados internacionales que han emergido y se han hecho
transnacionales, han conseguido, en este sentido hacerse más poderosos que
muchas naciones del mundo. Rusia, China y otros países han intentado entrar en
el mercado mundial. Ningún país aislado está en condiciones de dirigir sus
destinos económicos al margen del tráfico y el comercio mundiales. Estos cambios
fundamentales han ocurrido en gran medida debido al acelerado crecimiento de la
ciencia y la tecnología, y en particular de la revolución informática, que nos
ha llevado hasta una red mundial de comunicaciones económicas y culturales.
Podría arguirse que los cambios ocurridos en el mundo desde el Manifiesto
Humanista II (1973) son tan grandes o mayores que los ocurridos desde la
Revolución Industrial hace doscientos años, o desde la invención de los tipos
móviles y la imprenta de Gutenberg.
Con todo, mientras el mundo llega a
convertirse en una familia global, rivalidades étnico-religiosas han intentado
dividir los territorios entre facciones contendientes. Los fundamentalismos
religiosos se han revitalizado, contestando los principios del humanismo y el
secularismo y demandando un retorno a la religiosidad de la era premoderna. De
igual manera han emergido creencias paranormales de la así llamada Nueva Era,
instigadas por los medios de comunicación de masas, que pregonan una nueva
visión de la realidad espiritual o paranormal. Los media se han globalizado.
Las TV, films, la radio, las editoriales de libros y revistas están dominados
por conglomerados mediáticos interesados casi únicamente en anunciar y vender
productos en el mundo de los negocios. Por añadidura, ha aparecido el
posmodernismo en muchas universidades, cuestionando las premisas básicas del
modernismo y el humanismo, atacando la ciencia y la tecnología y vituperando
los ideales y valores humanistas. Muchas visiones habituales del futuro son pesimistas,
incluso apocalípticas. Pero nosotros objetamos todo esto, porque creemos que es
posible construir un mundo mejor. Las realidades de la sociedad global son de
tal índole que únicamente un nuevo Humanismo Planetario puede proporcionar
direcciones significativas para el futuro.-
II. Panoramas para un futuro mejor
Por primera vez en la historia de la
humanidad poseemos los medios –proporcionados por la ciencia y la tecnología–
para mejorar la condición humana, aumentar la felicidad y la libertad y conseguir
una vida auténticamente humana para todas las personas del planeta. Mucha gente
que habla del nuevo milenio están llenas de miedo respecto a qué sucederá.
Muchos hacen profecías apocalípticas –tanto religiosas como seculares– acerca
de las calamidades que van a ocurrir. Los pesimistas recuerdan las brutales
guerras del siglo veinte y advierten que nuevas formas de terrorismo y nuevas
inquietudes pueden embargar a la humanidad en el siglo entrante.
Nosotros pensamos, en cambio, que es
más correcta una valoración más positiva y realista del panorama humano en el
siglo XXI. Deseamos subrayar que, a despecho de las desgracias políticas,
militares y sociales, el siglo XX ha sido testigo de un gran número de
acontecimientos beneficiosos. En efecto en contra de los Jeremías de turno, se
han hecho realidad la prosperidad, la paz, la mejora de la salud y unos
estandares de vida en crecimiento –todo lo cual sigue avanzando de igual modo.
Estas grandes realizaciones tecnológicas, científicas y sociales han sido con
frecuencia pasadas por alto. Aunque se aplican con mayor amplitud en el mundo
desarrollado, en estos momentos sus beneficios están llegando virtualmente a
todas partes. Necesitamos hacer un listado de algunas de ellas.
·
La medicina científica ha mejorado la
salud enormemente. Ha reducido el dolor y el sufrimiento y ha incrementado la
longevidad. El descubrimiento de antibióticos y el desarrollo de las vacunas,
las técnicas modernas de cirugía, anestesia, farmacología e ingeniería
biogenéticas han contribuido en conjunto a estos avances en el cuidado de la
salud.
·
Las provisiones de salud pública de
largo alcance, la mejora en los abastecimientos de agua y las disposiciones
preventivas han reducido en gran medida la incidencia de las enfermedades
infecciosas. Los remedios terapéuticos, ampliamente aplicados, han reducido la
dramática mortalidad infantil.
·
La Revolución Verde ha transformado la
producción de alimentos e incrementado el rendimiento de las cosechas, reducido
el hambre y elevado los niveles de nutrición por amplias zonas del planeta.
·
Los nuevos métodos de producción en
masa han incrementado la productividad, liberado a los trabajadores de muchos
tipos de trabajos físicos penosos, y han hecho posible los beneficios y lujos
del consumidor de bienes y servicios.
·
Los nuevos modos de transporte han
reducido las distancias y transformado las sociedades. Los automóviles y los
aviones han capacitado a la gente para atravesar continentes y superar el
aislamiento geográfico. La investigación astronáutica ha lanzado a la especie
humana hacia la excitante aventura de la exploración espacial.
·
Los descubrimientos tecnológicos han
acelerado brutalmente nuevos modos de comunicación sobre una base de amplitud
mundial. Además de los beneficios del teléfono, el fax, la radio, la TV y la
transmisión por satélite, la tecnología de los computadores ha transformado
radicalmente todos los aspectos de la vida socio-económica. Ninguna oficina, ni
casa particular ha quedado al margen de la revolución de la información.
Internet y las páginas Web han hecho posible la comunicación instantánea en
casi todos los rincones del globo.
·
La investigación científica ha
expandido nuestro conocimiento del universo y el lugar de la espacie humana
dentro del mismo. La investigación humana está ahora en condiciones de avanzar
y de confirmar sus hallazgos mediante la razón y la ciencia, mientras las
especulaciones teológicas y metafísicas del pasado han hecho poquita cosa o no
han progresado. Los descubrimientos de la astronomía, la física, la teoría de
la relatividad y la mecánica cuántica han incrementado nuestra comprensión del
universo –desde la escala de las micropartículas hasta la de las galaxias. La
biología y la genética han contribuido a nuestro conocimiento de la bioesfera.
La teoría de la selección natural de Darwin nos ha permitido entender Cómo
evoluciona la vida. Los descubrimientos del ADN y la biología molecular ha
continuado revelándonos los mecanismos propios de la evolución y del
funcionamiento mismo de la vida. Las ciencias sociales y de la conducta han
profundizado nuestro conocimiento de las instituciones políticas, la economía y
la cultura.
Muchos desarrollos sociales y políticos
positivos han sucedido también en el siglo XX y estos macizan bien de cara al
futuro:
·
Los imperios coloniales del siglo XIX
han desaparecido por completo.
·
La amenaza del totalitarismo se ha
rebajado.
·
La Declaración Universal de Derechos
Humanos ha sido aceptada al día de hoy por la mayor parte de las naciones del
mundo (de palabra aunque no de hecho).
·
Los ideales de la democracia, la
libertad y la sociedad abierta se han propagado ampliamente por la Europa del
Este, América Latina, Asia y África.
·
Las mujeres en muchos países disfrutan
ahora de mayor autonomía y de derechos legales y sociales, y han ocupado su
lugar en muchas áreas de la empresa humana.
·
Como las economías nacionales han
llegado a estar globalizadas, la prosperidad económica está siendo transportada
desde Europa y Norte América a otras partes del mundo. Los libres mercados y
los métodos empresariales han abierto las regiones subdesarrolladas a las
inversiones de capital y al desarrollo.
·
El problema del incremento demográfico
ha sido resuelto en los países ricos de Europa y Norteamérica. En muchas zonas
la población crece no a causa de los nacimientos sino más bien por causa del
descenso de la tasa de mortandad y el incremento de la logevidad– lo que
constituye un desarrollo positivo.
·
El aumento de los niveles de educación,
alfabetización y enriquecimiento cultural está alcanzado ahora a más y más
niños en el mundo –aunque queden aún mucho más que necesitan se les
proporcionen estos bienes.
A pesar de estos avances, debemos
afrontar honradamente los graves problemas económicos, sociales y políticos que
el mundo todavía arrastra. Los profetas del Apocalípsis son pesimistas; los
Jeremías predicen infortunios y calamidades. Nosotros respondemos que si vamos
a resolver nuestros problemas, so será únicamente con el concurso de la razón, la
ciencia y el esfuerzo humano.
·
Amplios sectores de la población
mundial aún no disfrutan de los frutos de la prosperidad; continúan pudriéndose
en la pobreza, el hambre y la enfermedad, en particular del mundo en
desarrollo, en Asia , Africa, Centroamérica y Sudamérica. Millones de niños y
adultos viven al nivel de la subsistencia con una nutrición y unos servicios
sanitarios pobres y una salud mala. Y esto pasa también en las así llamadas
sociedades ricas.
·
La población continúa creciendo en muchas
partes del mundo con una tasa anual del 3%. En 1900 el mundo tenía una
población estimada de 1.700 millones de personas. En el año 2000 se excederán
los 6.000 millones. Si las tendencias demográficas actuales continúan, habrá
que agregar otros 3.000 millones de personas a mediados del próximo siglo.
·
Si la población continua creciendo de
acuerdo con estas proyecciones, se producirá un drástico descenso en cuanto a
la diponibilidad de suelo para cultivar grano, que hacia el 2050 puede
retroceder hasta un cuarto de acre por persona en muchos países (en especial en
India, Pakistán, Etiopía, Nigeria, e Irán). Los depósitos de agua corriente
para riego están sobrexplotados, reduciendo la productividad de los cultivos;
muchos de los ríos del mundo están comenzando a secar su cauce (incluyendo el
Nilo, el Río Colorado y el Río Amarillo en China).
·
Puesto que la población humana se ha
expandido y el desarrollo industrial se ha acelerado, los bosques y las tierra
maderables han sido desbastadas. Se estima que cada año desaparece casi un 2%
de los bosques terrestres. Este tributo continuará a menos que se adopten
medidas preventivas.
·
El calentamiento global de la atmósfera
probablemente está creciendo, en parte a causa de la deforestación en
los países pobres y de las emisiones de monóxido de carbono, en particular las
producidas en las naciones ricas, que continúan desbastando los recursos
naturales. El promedio por persona de consumo y polución en los Estados Unidos
y los países occidentales es entre cuarenta y setenta veces superior al
promedio de emisiones por persona en los países en desarrollo. El consumo
despilfarrador además es fomentado con frecuencia por las compañías en
crecimiento, que pasan olímpicamente del problema del desastre ecológico.
·
Las poblaciones de otras especies
también han disminuido constantemente y muchas formas de vida vegetales y
animales han llegado a extinguirse; quizá se esté produciendo ahora la
mayor extinción desde la desaparición de los dinosaurios hace 65 millones de
años.
·
Muchos gobiernos del mundo están
enfrentando graves problemas como el de las ciudades superpobladas por
emigrantes provenientes de los entornos rurales; la inmensa mayoría de estos
emigrantes están desempleados y apenas tienen lo mínimo para subsistir.
·
El desempleo sigue siendo un grave
problema en muchos países ricos, sobre todo de Europa, que está fallando a la
hora de absorber a los trabajadores jóvenes, reconvertir la tecnología,
reeducar a los ya empleados o encontrarles nuevas ocupaciones.
·
Para atajar muchos de los problemas
internacionales de ámbito social y ambiental que enfrenta la humanidad se han
alcanzado acuerdos de largo alcance en una importante serie de Conferencias
internacionales, pero los gobiernos han fallado a la hora de sacar adelante los
compromisos asumidos; pocos de los países más ricos dan alguna prioridad a
ayudar a la mayoría de países pobres o incluso a ayudar a los desahuciados y
desposeídos de sus propias sociedades.
·
La democracia sigue débil o es
inexistente en muchos países. Con demasiada frecuencia la prensa libre es
amordazada y las elecciones manipuladas.
·
La suspensión del acuerdo sobre la
igualdad de derechos para las mujeres está todavía demasiado extendido en la
mayor parte de los países del mundo.
·
Muchas de las áres antes colonizadas
han entrado en un grave declive económico.
·
Enfermedades que se creían erradicadas,
tales como la tuberculosis o la malaria, se han revitalizado, mientras el virus
del SIDA sigue circulando libremente por amplias zonas del mundo en desarrollo.
·
Aunque el mundo ya no está dividido en
dos superpotencias, la humanidad tiene todavía la capacidad de autodestruirse.
Terroristas fanáticos, estados delincuentes, o incluso los mayores poderes
pueden provocar inadvertidamente sucesos apocalípticos, soltando armas mortíferas
de destrucción masiva.
·
La creencia de que en gran medida el
libre mercado solucionará todos los problemas sociales sigue siendo un dogma de
fe. Permanece en pie y sigue sin resolverse en muchos países del mundo la
cuestión de cómo deben equilibrarse las demandas del libre mercado con la
necesidad de articular programas sociales equitativos para asistir a los
discapacitados y a los empobrecidos.
Admitimos que estos problemas son
serios y que necesitamos adoptar medidas adecuadas para resolverlos. Creemos,
sin embargo, que únicamente pueden superarse con el uso de la inteligencia
crítica y de esfuerzos cooperativos. La humanidad ha enfrentado desafíos en el
pasado y se las ha arreglado para sobrevivir e incluso para triunfar. Los
problemas que atisbamos en el horizonte quizá no sean mayores que los que
enfrentaron nuestros antepasados.
Pero hay además otras peligrosas
tendencias en el mundo que están in suficientemente reconocidas, Estamos
particularmente preocupados por las tendencias anti científicas y anti modernas que incluyen la emergencia de estridentes voces fundamentalistas y la persistencias
del fanatismo y la intolerancia, sea de orígen religioso, político o tribal. En
muchas partes del mundo son las mismas fuerzas las que se oponen a los
esfuerzos para resolver los problemas sociales o mejorar la condición humana:
·
La persistencia de tradicionales
actitudes espirituales fortalece con frecuencia modos de enfocar los problemas
sociales irreales, escapistas y místicos, que fomentan el desprecio hacia los
enfoques científicos y defienden los mismos mitos que con demasiada frecuencia
se hallan a la base de arcaicas instituciones sociales.
·
Muchos grupos religiosos y políticos se
oponen a la contracepción o a los fondos para programas destinados a reducir la
fertilidad o a estabilizar el crecimiento de la población. Como resultado, se
impide el desarrollo económico y la reducción de la pobreza.
·
Muchas de estas fuerzas también se
oponen a la liberación de la mujer y desean que continúen sometidas al varón.
·
El mundo entero ha asistido al
incremento de encarnizados conflictos étnicos y a la intensificación de viejas
rivalidades tribales. Las dimensiones religiosas de estos conflictos con
demasiada frecuencia permanecen sin recibir la adecuada publicidad: En la
Ex-Yugoeslavia entre cristianos ortodoxos serbios, católicos romanos croatas y
musulmanes (en Bosnia y Kosovo); en Israel y Palestina entre judíos ortodoxos y
musulmanes; en Irlanda del Norte entre protestantes y católicos; en Sri Lanka
entre hindúes tamiles y budistas zingaleses: en el Punjab y Cachemira entre
hindúes, musulmanes y shijs; y en Timor entre católicos y musulmanes.
·
El mundo está justamente preocupado por
el crecimiento del terrorismo y de los genocidios, inflamados también en muchos
casos por nacionalismo étnicos y chauvinismos religiosos.
·
El multiculturalismo aboga por la
tolerancia de la diversidad étnica y de las tradiciones culturales, así como
por el reconocimiento de su derecho a existir. Pero también se hace cómplice de
fracturas de la sociedad y demandas de separación y aislamiento, irónicamente
en la época en que las doctrinas nazis y del appartheid en Sudáfrica han sido
develadas a fondo y en consecuencia repudiadas. La intolerancia ha generado la
limpieza étnica y otras manifestaciones violentas del odio social.
·
En muchos países occidentales ha
florecido con fuerza la así llamada ideología postmodernista que niega la
objetividad de la ciencia, deplora el uso de la tecnología moderna y critica
los derechos humanos y la democracia. Algunas formas de postmodernismo
aconsejan el derrotismo: en el mejor de los casos, no ofrecen ningún programa
para resolver los problemas del mundo; en el pero, niegan que las soluciones
sean o bien posibles o bien realizables. Los efectos de este movimiento
filosófico literario son contraproducentes, e incluso nihilistas. Pensamos que
se trata de una mistificación profunda, porque las ciencias ofrecen razonables
estándares objetivos para enjuiciar sus proclamas de verdad. En realidad. la
ciencia ha conseguido un lenguaje universal en que se pueden expresar todos los
hombre y mujeres al margen de su trasfondo cultural.
Creemos que es necesario presentar un
panorama alternativo para mañana. Los gobiernos nacionales y lideres
organizativos deben abandonar la política del corto plazo y fomentar una
planificación a largo plazo. Con demasiada frecuencia, estos líderes ignoran
los mejores informes de científicos y humanistas y basan sus políticas sobre
elecciones inmaduras o sobre informes que apenas tienen un horizonte de un
cuarto de hora. Los gobiernos nacionales no deben preocuparse exclusivamente de
las consideraciones político-económicas inmediatas, sino prestar atención a las
necesidades de todo el planeta y a la sostenibilidad futura de la humanidad.
El humanismo planetario pretende
recomendar fines alcanzables a largo plazo. Esta es una distinción principal
entre el humanismo y las moralidades premodernas fundamentadas religiosamente.
El humanismo dibuja nuevas imágenes de futuro que son rigurosas y generan confianza
en la capacidad de la especie humana para resolver sus problemas mediante
métodos racionales y perspectivas positivas.
La Ilustración del siglo XVIII, que ha
inspirado este manifiesto, estuvo sin duda limitado por la época en que
apareció. Su visión de la Razón era absolutista frente a nuestra idea de que se
trata de un instrumento falible de investigación. Sin embargo, su convicción de
que las ciencias, la razón, la democracia, la educación y los valores humanos
pueden lograr el progreso humano siguen teniendo atractivo para nosotros hoy.
El humanismo planetario que presenta este Manifiesto es en su perspectiva post-postmoderno.
Asume los mejores valores de la modernidad, pero intenta transcender la
negatividad del postmodernismo mirando hacia adelante, hacia la edad de la
información que ahora amanece y a todo lo que ella presagia para el futuro de
la humanidad.
José Sánchez H.
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